Monday, June 13, 2016

Las lavanderas pierden la mitad de ingresos por escasez de agua

Benita Quiroga se levantó de madrugada para cocinar la merienda del día. Sabe que no retornará a su hogar hasta el anochecer porque su jornada laboral será más larga y sacrificada que los meses anteriores. La mujer de 45 años es lavandera desde que tiene uso de razón, lo aprendió de su madre quien se dedicaba al mismo oficio.

A las siete de la mañana debe llegar a su trabajo, de lo contrario corre el riesgo de quedarse sin espacio ni agua para “lavar lo ajeno”. La escasez de agua le pone en apuros y le recorta la mitad de lo que ganaba.

Una carretilla, un par de bañadores metálicos grandes y otro de baldes de plástico, de esos blancos de 10 litros en lo que envasa la pintura, son las herramientas de trabajo con las que la mujer sustenta a su familia.

En las lavanderías populares de las zonas de Queru Queru, Cala Cala y Cruce Taquiña trabajan cerca de 50 mujeres, muchas con sus hijos o nietos, así generan ingresos para sus hogares.

En los últimos meses, su ganancia mensual se ha reducido a la mitad porque el agua de las vertientes se ha secado a tal punto que solo le alcanza para lavar cinco docenas de prendas, antes eran diez.

La ganancia mensual de al menos 12 horas diarias de trabajo, de lunes a viernes, superaba el salario mínimo nacional (1.805 bolivianos). Benita lograba un ingreso promedio de 2.400 bolivianos lavando 12 docenas de ropa cada día. Hace dos meses, desde que mermó el agua, solo logra reunir la mitad, 1.100 bolivianos, menos que el salario mínimo nacional. “Se gana menos y se trabaja más”.

Está preocupada porque dos hijos en etapa escolar dependen de ella.

SECA La lavandería de la zona de Queru Queru, donde Benita acude, está seca. Es la primera vez que sucede el fenómeno desde que funciona hace más de 20 años. Debe trasladar agua desde unos 50 metros, del único manantial “vivo” de la zona, para llenar los cuatro cubos de cemento que hacen de recipientes. La faena demora el tiempo de lavado y agota, aún más, a las mujeres.

La lavandería asemeja a una jaula porque está cercada por una malla metálica en forma de óvalo que es usada para hacer secar las prendas de los clientes.

“Prefieren llevar su ropa seca”, dice mientras cuenta las piezas sacando del bolsón que le hizo llegar su cliente.

Es mediodía y la mujer hace una pausa en la faena. Es la hora de almuerzo y de pronto el área de lavado se convierte en un improvisado comedor.

Historias similares se viven a un kilómetro de distancia, en Cala Cala. Se trata de lavanderías populares mejor equipadas que la de Queru Queru. Tienen techos que les protegen del sol o de la lluvia y sanitarios. Ellas han colocado cordeles en la zona para el secado de la ropa.

Hay espacio para una decena de personas, pero parece una ciudadela. Cada mujer tiene como ayudante a sus hijos o nietos y como mascotas a gatos y perros. Allí “prácticamente viven”, desayunan, almuerzan y cenan.

Para apurar el trabajo de enjuague se ayudan con enormes bañadores de plástico que son vaciados al piso de cemento, de tiempo en tiempo.

Todas usan botas de agua, de esas industriales de caña alta, y mandiles de plástico para reducir el riesgo de permanecer mojadas todo el día, incluso parte de la noche.

LOS EFECTOS El caudal de la vertiente disminuyó de tal manera que el último mes permanecieron en las lavanderías hasta después de las ocho de la noche para reunir agua en los recipientes para el enjuague.

Se ven obligadas a rechazar la mitad de los trabajos que les llegan. En esta época recibían gran cantidad de edredones y ropa de invierno, pero esas piezas demandan más agua. Sus clientes regulares tienen paciencia y esperan hasta tres días para recoger su ropa.

Para Sofia Pérez, una lavandera de la zona de la Taquiña, el drama es similar. La vertiente del lugar pasaría desapercibida sino fuera por las mujeres sentadas en el suelo con sus bañadores llenos de ropa. Todas se abastecen con balde de un pozo escondido. Allí el agua también se está secando.

Dato

Antecedente

Antes de la construcción de las lavanderías populares de la zona de Queru Queru y Cala Cala las personas lavaban en las vertientes y ríos.

Recuerdan que el agua de la Pajcha era transparente y abundante y allí podían lavar incluso frazadas.

Con el paso de los años se canalizaron las torrenteras y se secaron algunas

vertientes.

La guerra por agua llega a lavanderías

La falta de agua en la lavandería de Cala Cala ocasiona conflictos entre las trabajadoras quienes se disputan horarios para cumplir con los encargos de sus clientes. Reclaman porque algunas integrantes del grupo pretenden “monopolizar” el uso de las lavanderías y restringir al resto. La carencia ha ocasionado peleas, gritos y enemistades en el grupo.

Para mantener su fuente laboral realizaron una limpieza del sistema de agua que les llega de la vertiente. Con palas y picotas retiraron toda la maleza que pudiese perjudicar el flujo del líquido.

Dicen que la instalación de una tubería más ancha prolongaría la vida del sitio. Formalizaron la solicitud ante las autoridades de la comuna Tunari, pero no recibieron respuesta.

Dora Ergueta, una de las tres trabajadoras más antiguas del lugar, aclara que solo necesitan la autorización municipal para encarar el trabajo, la compra de la tubería y la mano de obra correría por su cuenta.

“Aprovecharíamos el agua que se desperdicia en la acequia”.

Mientras aguardan la respuesta de los funcionarios municipales, la lucha por un espacio sigue y las jornadas se extienden hasta entrada la noche, a pesar de la baja temperatura. Incluso los domingos.

“No se cuidaron los acuíferos”

La falta de resguardo en las zonas de recarga de los acuíferos, el crecimiento poblacional sin un plan urbanístico y el cambio climático son los principales factores identificados por los expertos en medio ambiente como las causas para que las vertientes naturales se hayan secado en Cochabamba.

Gonzalo Maldonado mencionó que no se protegieron las zonas de recargas acuíferas. Al contrario, fueron urbanizadas pese a la normativa vigente que establece la prohibición de la construcción de viviendas sobre la cota 2.750 en el Parque Nacional Tunari, en el lugar donde se producen las recargas acuíferas que abastecen a la ciudad. Después, las áreas fueron impermeabilizadas con cemento.

Se sumaron fenómenos climatológicos como periodos cortos de lluvia. Maldonado dijo que en 2015 llovió menos que años anteriores, la disminución fue de una proporción del 25 por ciento .

La coordinadora de la agencia de cooperación suiza Swisscontac, que apoya a los gobiernos municipales y departamentales en la implementación de proyectos de cuidado del medio ambiente, Carola Ortuño, menciona que el cambio climático es una de las principales causas en la alteración de los ciclos climáticos.

Coincide con Maldonado en sentido de que en las últimas décadas hubo un acelerado crecimiento urbano.

Por lo tanto, hay un desbalance entre la demanda de agua para consumo frente a una escasa oferta natural.

El calentamiento es otro fenómeno que ocasiona cambios porque a mayor temperatura hay más evaporación y menos lluvia.

Se suman la falta de políticas de cuidado ambiental como la forestación y legislación sobre el uso responsable del agua.

Opiniones.

Johnn Zambrana

Ambientalista

Las autoridades departamentales y municipales tienen la responsabilidad de resguardar el Parque Nacional Tunari porque es la principal área de recarga acuífera para Cochabamba. La población tampoco asume conciencia de la importancia de preservar el área.

Daniela Castro

Arquitecta

La escasez de agua era un problema que se veía venir debido al cambio climático y a la falta de políticas de cuidado del medio ambiente. No hay interés en la forestación y en la preservación de parques y lagunas que ayudan a conservar el equilibrio.

Claudia Herbas

Empresaria

Ante la falta de agua, ya sea de las vertientes o de otra fuente se suma la inconciencia de cuidar ese recurso tan preciado. Es elocuente que las vertientes generan fuentes de empleo para las lavanderas y cuando escasea se quedan

sin llevar el sustento a

sus hogares.

Rosemary Gandarillas

Vecina

Los vecinos de la zona nos abastecemos de un sistema propio de agua, de pozo. Pero en los últimos meses el caudal bajó de tal manera que nos quedamos sin el abastecimiento. Como la zona es lejana, hay pocos carros que quieren traer el agua hasta aquí.

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