El presidente en ejercicio, Álvaro García Linera, afirmó que la Guerra del Agua, acaecida en el año 2000, deja tres enseñanzas para los bolivianos, en conferencia de prensa en Palacio de Gobierno.
Detalló que los recursos fundamentales de una nación son bienes comunes, que la democracia verdadera y viva es la combinación entre participación electoral y movilización social, y la importancia de la recuperación que hace el Estado de lo que le pertenecía.
“La Guerra del Agua es el inicio de la recuperación y reconstrucción de los bienes comunes, de lo que nos pertenece a todos y de lo que no puede estar en manos privadas, ni extranjeras ni bolivianas, se comenzó con el agua, con la tierra, luego, con el gas, con el petróleo, con la electricidad y con los servicios básicos”, explicó.
La segunda enseñanza es la garantía de que la democracia no se convierta en un fósil, “la participación continua de la población en la toma de decisiones es la garantía de una verdadera democracia y es una de las más fuertes del mundo. Bolivia inauguró ese proceso democrático a partir de abril de 2000”, agregó.
Asimismo, indicó que la recuperación de parte del Estado de lo que le pertenece, permite y asegura una justa distribución de la riqueza, “lo común, la gestión de lo común, por parte del Estado garantiza la igualdad social, el bienestar económico de una sociedad y su soberanía económica que es el pilar de la soberanía política y cultural”, complementó.
La autoridad nacional rememoró los hechos que derivaron en la Guerra del Agua, desde la privatización del servicio de suministro de agua en Cochabamba, en manos de la empresa Aguas del Tunari, entre cuyos accionistas estaban Samuel Doria Medina y Petricevic, como socios de la empresa norteamericana Bechtel, la transnacional a la que se le había vendido la dotación de agua potable, esto sucedió en septiembre de 1999.
“Acompañaban esta privatización el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, BID. El banco Mundial había prestado, en años anteriores, cerca de 77 millones de dólares para promover la privatización de los recursos públicos y el BID había aprobado, en el año 1986, 86 millones de dólares para promover la participación privada en distintas áreas”, dijo.
En enero de 2000 el pueblo cochabambino convocó a una movilización y emergió la Coordinadora del Agua, compuesta por regantes, campesinos, trabajadores, fabriles, productores de hoja de coca, vecinos y estudiantes para defender el elemento vital cuyo costo había sido elevado hasta en un 200 %.
“Salieron a las calles, hubo más de 200 detenidos, más de 70 heridos en una primera escaramuza”, dijo García Linera. Pero, el gobierno de Hugo Banzer Suárez no cedió y mantuvo su decisión de dejar a Aguas del Tunari como propietaria del agua.
Luego, se llevó a cabo una consulta a la población en la que se les preguntaba que se iba a hacer con el agua en Cochabamba y más de 70 mil personas respondieron que se tenía que recuperarla.
Así, la Coordinadora del Agua convocó a otra movilización, el 4 de abril, “lo que se denominó la batalla final”, dijo, y se dio la toma de la ciudad de Cochabamba, también, hubo paro de actividades y bloqueo de caminos.
“Entre el 4 y el 10 de abril se sucedieron un conjunto de acciones colectivas que van a cambiar la historia de Bolivia. El 6 de abril, en reuniones entre el gobierno y la Coordinadora del Agua, un ministro, el de Educación, declara que es imposible negociar con ‘salvajes en la puerta’ porque habían trabajadores, habían regantes participando, esperando en la puerta el resultado de la negociación”, recordó la autoridad.
El 7 de abril, el gobierno, que había mandado refuerzos policiales y militares contra las movilizaciones, decretó estado de sitio y apresamiento de los principales dirigentes de la Coordinadora del Agua.
El 8 de abril, Banzer instruyó el uso de armas de fuego y se registró la primera muerte, “el joven Daza fue baleado en el rostro cuando el pueblo estaba movilizado alrededor de la plaza”, complementó la autoridad, y se produjeron más de 40 heridos de bala.
Entre el 9 y 10 de abril los jóvenes de Cochabamba del campo y de la ciudad tomaron la plaza y se conformó los llamados Guerreros del Agua, “eran los jóvenes defensores de un patrimonio colectivo”, añadió García Linera.
Se presentaron tres días de autogobernación, un gobierno “fundado en el cabildo, en la asamblea y en la deliberación popular, custodiados por sus Guerreros del Agua, que salen en defensa de los bienes públicos”, agregó.
El 10 de abril, el presidente Banzer retrocedió y anuló el contrato con la empresa norteamericana Bechtel, la empresa Soboce de Doria Medina y la empresa Petricevic y abrogó la Ley del agua.
“Estos sucesos marcan el fin de una época, de los 15 años del neoliberalismo, de privatización, de entreguismo y de sumisión a organismos internacionales y se inicia una ola de protestas; movilización aymara, en 2001; Guerra del Gas, en 2003, y victoria popular el año 2005, junto al presidente Evo y se comienza un proceso de creciente recuperación de los bienes comunes, gobierno indígena y de gobierno popular”, enfatizó.
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