Un estudio sobre la demanda hídrica en el territorio estimó que la exigencia, para consumo de agua potable y riego, se incrementará 12 veces a fines del siglo, en comparación con el inicio de la centuria; “sin embargo la oferta hídrica en muchas provincias se reduciría en más del 30%”, por lo que se deben buscar alternativas para la provisión de ese elemento a largo plazo.
De acuerdo a una investigación realizada por el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia el cambio climático causaría una disminución de precipitación en las tierras altas y un aumento en las tierras bajas, mientras que la evapotranspiración aumentaría en todo el territorio (debido a las temperaturas más altas).
La información fue extraída de un estudio que es parte de la serie “La economía del cambio climático en Bolivia”, preparada por el BID y la CEPAL, donde específicamente se profundiza en los “cambios de la demanda hídrica”, cuyas conclusiones fueron trabajadas por Nashira Calvo Cárdenas con aportes de otros profesionales. La información en conjunto muestra que la oferta de agua podría reducirse en tierras altas (por menor precipitación y mayor evapotranspiración) y, más moderadamente, en partes de las tierras bajas.
El estudio trabajó en dos escenarios, con cambio climático y sin cambio climático. En cualquier caso verificó que la demanda de agua potable y para riego se incrementará 12 veces hasta fin de siglo. “En el escenario sin cambio climático -dice el estudio-- existen 75 provincias que utilizan más del 20% de la oferta disponible; en su mayoría, estas provincias se encuentran en los departamentos del Altiplano y también en los departamentos de Tarija, Chuquisaca y el sur de Santa Cruz. En el escenario con cambio climático existen 77 provincias que utilizarían más de 20% de la oferta de agua disponible, dos más que en el escenario anterior”.
Si bien la escasez de agua podría aumentar en las provincias Arce y O’Connor (Tarija), Chayanta (Potosí) y Campero (Cochabamba), también podría disminuir en distintos niveles en Warnes y Chiquitos (Santa Cruz), Barro (Oruro) y Loayza (La Paz). El hecho es que la oferta y la demanda no están distribuidas homogéneamente en el territorio, por eso unas provincias podrían tener niveles de escasez “muy altos” y otras en menor medida.
Por tanto la recomendación es que “para las provincias que tengan altos índices de escasez de agua se deben buscar alternativas para abastecimiento, como ser aguas subterráneas, pero la explotación debe ser a una velocidad menor que su velocidad de recarga natural para preservar el sistema”. Se prevé que los departamentos más afectados sean Chuquisaca, Potosí, Cochabamba y Tarija debido al cambio climático que impacta en los fenómenos como el de evapotranspiración del suelo.
El análisis tomó en cuenta que la disponibilidad de recursos hídricos está continuamente distorsionada por fenómenos como el Niño y la Niña en el país, así como por una inadecuada gestión de esos recursos, que provocan sequías, inundaciones, escasez y distribución heterogénea del líquido. Para el estudio se utilizaron los escenarios climáticos A2 y B2, generados por el modelo regional PRECIS del Centro Hadley en Inglaterra, que tiene una resolución de 50x50 km. Las estimaciones fueron realizadas a partir del modelo climático PRECIS y del Modelo de Equilibrio General Computable BOLIXXI, que fueron validados y analizados en detalle por otros autores.
CAMBIO CLIMÁTICO
Existe amplio consenso de que la reducción en la cantidad total de agua dulce disponible está disminuyendo debido al cambio climático, el cual es responsable del retroceso de los glaciares, y la reducción del caudal de los ríos, lagos y estanques.
En los últimos años muchos acuíferos fueron sobreexplotados y no se recargan suficientemente para garantizar el abastecimiento de este recurso natural. Aunque no se agota el suministro total de agua dulce, una parte importante ha sido contaminada, salada, inadecuada o no disponible para el consumo humano, ni para la industria y la agricultura.
Para evitar una crisis mundial del agua, los agricultores tendrán que esforzarse por aumentar la productividad para satisfacer las crecientes demandas de alimentos, mientras que la industria y las ciudades tendrán que encontrar maneras de utilizar el agua de manera más eficiente.
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