y húmedos necesitan bañarse todos los días. Los demás, explicó la dermatóloga Monika G. Kiripolsky a la revista Men’s Health, podrían beneficiarse de calmar este hábito, cuyos efectos no son siempre positivos.
- Piel seca y con picazón. Ducharse con demasiada frecuencia, especialmente durante los meses de invierno, hace que la dermis se debilite y sea más vulnerable a la irritación. La combinación de agua caliente y jabón disuelve los lípidos de la piel, la cual con duchas diarias no tiene el tiempo suficiente para repararse a través de la producción del lubricante natural.
- La toalla también deja su huella. El frote vigoroso contra la piel no es bueno para tu salud, es mejor dejar que seque al aire.
Si sientes que esta opción toma demasiado tiempo, utiliza una toalla suave realizando movimientos gentiles.
- Eliminación de bacterias buenas. En este momento, tu piel está llena de microbios beneficiosos, pero la ducha los elimina;
volverán a aparecer, pero no hay una buena razón para deshacerse de ellos cada día.
- Encrespamiento excesivo del cabello. El pelo fino puede soportar el lavado diario, pero el grueso, seco, rizado o con textura puede ser propenso a la rotura y el encrespamiento si se lava con demasiada frecuencia.
“El champú atrapa los aceites naturales del cabello, así que si lo usas con demasiada frecuencia, es posible que se seque y rompa”, indicó Angela Cordero, dermatóloga de la Escuela de Icahn de Medicina del Monte Sinaí en Nueva York a WebMD.
- Menos frecuencia, mayor ahorro. Las duchas son el tercer chupador de agua más grande (después de inodoros y lavadoras de ropa); por lo que, bañarse cuatro a la semana, en lugar de siete, podría ahorrar bastante.
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