Friday, October 28, 2016

Cochabamba Las familias de la zona norte carecen de agua para consumo y dejaron de cultivar

María Luisa Ballesteros debe abrir la tapa de su tanque de cemento cada vez que necesita agua para cocinar o bañarse. Sus hijos, de 13 y 10 años, y su madre de 67, hacen la misma operación. Agarran un balde de cinco litros, lo llenan hasta el tope y recorren con él hasta su lavandería.

Los cinco miembros de esta familia deben acarrear de esta forma el agua que necesitan para preparar los alimentos, bañarse o lavar la ropa, pero con el máximo cuidado para no desperdiciar una sola gota.

La familia Ballesteros ocupa una precaria vivienda en la OTB Maca, en un terreno de no más de 200 metros cuadrados, al norte de la ciudad, que no tiene agua potable ni alcantarillado, debido a que su barrio se encuentra por encima de la Cota 2.750 del Parque Nacional Tunari.

26 AÑOS SIN AGUA

Algunas aves, gallos, gallinas y polluelos, deambulan por el patio de la casa y escarban la tierra seca en busca de alimento. Seis ovejas, que constituyen todo el patrimonio de la familia, se acomodan debajo de un molle de dos metros para evitar el sol abrasador de mediodía.

Ocupan tres ambientes de una sola planta, de no más de 2.2 metros de altura hasta el techo. Una de las habitaciones, donde descansa María Luisa con sus dos hijos, es de adobe y tiene un par de camas y algunos muebles de madera.

Su madre y hermano mayor compraron este lote hace 26 años, pese a que sabían que no tenía agua potable ni alcantarillado porque les urgía tener un lugar propio. "Lote es lote", afirma mientras abre la tapa de su tanque para mostrar el agua que le dejó el carro cisterna.

La mujer de 33 años apunta que como no cuentan con red de agua potable, su única alternativa es abastecerse de los carros cisterna que llegan “a duras penas” a este sector. Además, señala, deben hacer el pedido con dos o tres semanas de anticipación, más aún en esta época de sequía que golpea a todo el departamento.

Cada vez que un carro cisterna deja agua en su tanque les cobra 160 bolivianos. Antes, por la misma cantidad el costo era de 100 bolivianos como máximo.

El agua que almacenan en el tanque de cemento les sirve para cocinar, asearse, lavar la ropa y regar las plantas que tienen en una pequeña extensión de su terreno, en la ladera sur.

En esta parcela colocan flores, maíz y haba. Para regar este espacio instalan una manguera en el tanque, y como su terreno tiene desniveles, el agua baja por gravedad hasta los surcos de su sembradío.

Las familias que viven en este sector del Parque Tunari, por encima de la Cota 2.750, no cuentan con alcantarillado ni energía eléctrica, por lo que se sienten inseguros, especialmente por la noche. "Hay robos, hace poco se entraron a la casa de enfrente".

María Luisa cree que sería conveniente que se instale alcantarillado en la zona, porque además de beneficiar a miles de vecinos que viven por sobre la Cota 2.750 evitaría la contaminación de los acuíferos.

La mujer agrega que los barrios que carecen de agua potable ven como un lujo los parques, plazuelas o vías pavimentadas, pero puntualiza que tienen derecho a todo eso.

En los 26 años que vive con su madre en este barrio, su familia nunca contó con servicios básicos. En esa época, recuerda que había pocas casas y ellos no tenían siquiera tanque para almacenar agua, por lo que debían trasladarla desde sus vecinos más cercanos que estaban a 300 metros de distancia, cerro abajo.

La madre de María Luisa, María Ballesteros Salazar, una mujer que tiene el rostro surcado de arrugas se lamenta porque siguen “sufriendo mucho” por falta de agua y espera con ansias el día en que puedan contar “finalmente” con una red de cañerías dentro de su casa para cocinar y bañarse.

Cuando llueve, la familia agarra el agua en un par de turriles que tiene y la utiliza para bañarse o regar las plantas, porque en esta casa "no se echa a perder nada".

CULTIVOS SECOS

Trepando, un poco más al norte de la OTB Maca, se encuentra la comunidad de Tirani, que también sufre de la escasez de agua. Sus habitantes se abastecen de los canales de riego que bajan por la cordillera, pero como ahora las lagunas de las alturas tienen poca cantidad, reciben una sola vez por semana su ración.

Serafina Mérida, de 47 años, apunta que el agua en esta época de estiaje es muy escasa para sus quehaceres domésticos diarios, y más aún para regar sus sembradíos, por lo que dejaron de sembrar en sus pequeñas parcelas.

La familia de Serafina sembraba papa, maíz, trigo y arveja, pero ahora todo está seco. Las plantas de plátano y pacay que tiene en su patio agonizan por falta de agua. Ollas y bañadores vacíos, en medio del patio, son los mudos testigos de cómo la carencia de agua afecta a esta y otras familias de Tirani.

Gracias a su pequeña parcela, la familia de Serafina lograba algunos recursos porque vendía lo que producía en una feria zonal.

Cuando la escasez no era tan aguda como ahora, las familias de la zona recibían agua de los canales de riego pasando un día, pero ahora solo una vez cada semana porque todo está seco.

El agua que llega por el canal de riego, como sucede con la mayoría de las familias del sector, se almacena en tanques y se la distribuye para las diferentes tareas con baldes.

Serafina pide apoyo a la Alcaldía porque siente que su sector es el más relegado de Cochabamba.

Dirigentes piden alcantarillado para dejar de contaminar los acuíferos subterráneos

Los dirigentes de las Organizaciones Territoriales de Base (OTB) Portales y Prefectural admiten que se contaminan las aguas subterráneas del Parque Nacional Tunari, debido a que cientos de vecinos tienen solo pozos sépticos. Para revertir esta situación piden a las autoridades locales la instalación del sistema de alcantarillado y agua potable.

El presidente de la urbanización Portales, Roberto Soliz Galindo, recuerda que en esta zona los vecinos carecen de servicios básicos elementales como agua potable y alcantarillado.

Sin embargo -afirma- todas las autoridades les reiteran que ellos contaminan las aguas subterráneas, “pero no nos dotan de este servicio básico como es el alcantarillado”.

Soliz admite que contaminan los acuíferos de la zona, pero justifica que eso es a causa de la falta de un sistema de alcantarillado que les permita deshacerse de sus aguas residuales.

SOLO HUELEN EL AGUA

El dirigente de la OTB Portales afirma que solo huelen el agua porque la red principal de Wara Wara que alimenta al Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Semapa) pasa por debajo de su calle principal, pero no la pueden usar porque no se les permite, pese a que ellos instalaron una válvula.

El argumento de Semapa, según el dirigente Soliz, es que la OTB está por encima de la Cota 2.750, lo que se constituye en una muralla insalvable, pese a que esta y otras urbanizaciones tienen una antigüedad de más de 30 años, cuando todavía no se hablaba de este límite.

La vecina María Isidora Alcócer vive en este barrio desde hace más de 30 años y relata que nunca tuvo agua potable por cañería.

Alcócer, quien atiende una pensión de comida y refresco en la calle principal de la OTB, explica que ante la ausencia de redes de agua potable se abastecen con los carros cisterna que llegan a la zona.

El dirigente Soliz confirma que los habitantes de este y otros barrios se abastecen de agua con cisternas de 10 mil litros que les cobran entre 150 y 200 bolivianos. Antes pagaban por este servicio 150 bolivianos.

Por este motivo, los vecinos que viven por encima de la Cota 2.750 lo primero que tienen que hacer es construir sus depósitos en el piso para almacenar agua para sus diferentes tareas.

El pedido de esta vecina es que las autoridades escuchen sus demandas y decidan instalar una red de agua potable y sistema de alcantarillado para su barrio.

“Pedimos a las autoridades un poco más de atención, porque se han olvidado de nosotros, de la zona norte”.

El dirigente Soliz reitera que hicieron el pedido para la instalación de la red de agua potable y alcantarillado, pero la solución que plantean las autoridades es que los que viven por encima de la Cota deben salir de la zona, propuesta que ellos no aceptan, porque son más de 40 mil familias afectadas.

Al contrario, Soliz pide a las autoridades que se pongan la mano al pecho y que piensen también en los vecinos que viven en la zona norte, porque son seres humanos y la Constitución les respalda en su derecho a tener agua potable y alcantarillado.

DIVIDIDO EN DOS

La OTB Prefectural está dividida en dos, una parte se encuentra por debajo de la Cota 2.750, y otro sector, casi el 60 por ciento , está por encima de este límite.

El secretario general de esta OTB, Hugo Apaza, denuncia que su barrio está totalmente abandonado y la parte que está por encima de la Cota no cuenta con los servicios básicos de agua potable ni alcantarillado.

Lo que hace la gente es comprar de las cisternas que trepan a fuerza de diésel los serpenteantes senderos que hay en el Parque Tunari. Para abastecerse, los vecinos hacen construir tanques de agua en la tierra, para almacenar este líquido.

El vecino Félix Ticlla asegura que además del agua potable, lo que les preocupa es la carencia de alcantarillado porque eso implica que los vecinos cavan pozos sépticos para sus baños, lo que deriva en la contaminación de las vertientes de agua que están en el subsuelo.

El vecino exhorta a las autoridades analizar esta situación y ver la posibilidad de instalar el sistema de alcantarillado en la zona.


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