Sunday, October 25, 2015

En Villa Flor de Pucara solo toman agua de río o lluvia

Son las once de la mañana y Ricarda Zárate aumenta la ración de almuerzo ante la sorpresiva llegada de visitantes a su comunidad, Villa Flor de Pucara. De tiempo en tiempo aviva la q’oncha (cocina) con trozos de leña acumulados en su zaguán.

Llegar al escondido valle es como volver al pasado, en una máquina del tiempo, pese a que el poblado está solo a una distancia de 57 kilómetros de la ciudad de Cochabamba.

La comunidad donde habitan cerca de 30 familias se encuentra en el municipio de Anzaldo, pero geográficamente está mejor comunicado con el municipio de Toco (provincia Germán Jordán - Cliza), municipio conocido por la elaboración de su tradicional pan.

Ricarda se lamenta por la falta de agua potable en el poblado. Lo hace con la esperanza de que los extraños les ayuden a resolver el conflicto que se arrastra desde siempre.

En la vivienda se observa un ingenioso sistema de recolección de agua de lluvia. Se han instalado canaletas que fueron conectadas a un turril de plástico que está estratégicamente ubicado en la cocina.

La segunda fuente de provisión para los lugareños es el río Grande, cuando está cargado.

Es contradictoria la escasez de agua en el pueblo, porque se observa un tanque elevado y la instalación del sistema de agua que fue ejecutado el año 2012 por el Fondo de Previsión Social (FPS).

La comunidad no goza del servicio porque ante la Alcaldía de Anzaldo figura como si contara con las instalaciones. Esa es la principal molestia de los habitantes, quienes se sienten discriminados por sus autoridades quienes los “han olvidado”, a decir de su dirigente, Freddy Beltrán Peralta.

El sistema solo abastece a siete familias de la comunidad vecina de Jatun Pampa, que hasta hace seis años era parte de Villa Flor de Pucara, pero por problemas políticos creó su propia subcentral.

Los comunarios también se ingeniaron en la construcción de una represa en la zona más alta del pueblo, aprovechando la topografía rocosa. De esa manera pueden regar sus cultivos casi todo el año.

Al problema de la falta de agua se suman otras carencias. En el lugar no hay ningún núcleo educativo ni un centro de salud ni transporte regular.

Beltrán Peralta señala que la postergación en la que se encuentra la comunidad los ha empujado a emigrar a Toco, donde los escolares pasan clases. Lo mismo sucede con la atención de salud. “La Alcaldía de Anzaldo no nos atiende en nada” reclama el líder.

El alcalde de Anzaldo Rubén Antonio Uriona dice que los pobladores de Villa Flor de Pucara se quedaron sin agua por problemas de división con Jatun Pampa. Sin embargo, hasta la fecha no ha sido resuelto el problema de límites intercomunales entre ambas comunidades.

Pese a las tres demandas presentadas por escrito en los dos últimos meses en la Alcaldía de Anzaldo, no hay ninguna respuesta.

Por ahora, Ricarda Zárate debe seguir cocinando a leña con agua de lluvia o del río. Cuando se siente enferma debe caminar muchos kilómetros hasta la carretera para abordar los buses que vienen de Sacabamba y la llevan hasta el centro de salud de Toco.

Apuntes.

Transporte

Para llegar a Villa Flor de Pucara se debe abordar los vehículos que parten a Cliza de la avenida Barrientos.

Después, se debe emprender el viaje en los surubís que van hasta Sacabamba. Hay que quedarse a medio camino y desde la carretera se camina un kilómetro hasta el poblado.

Servicios

El único servicio en la zona es la electricidad. Los pobladores prefieren usar las radios a pilas.

Migración

Muchos de los habitantes emigraron a las provincias vecinas, a la ciudad e incluso a Europa. La mayoría no regresa porque su pueblo “está muy postergado”.

Clima

Villa Flor de Pucara tiene un clima templado óptimo para la producción agrícola, en caso de contar con sistema de riego.

El valle que conserva su vocación agrícola

El río Grande que bordea el pueblo permite la sobrevivencia de Villa Flor de Pucara. A lo largo de su orilla los pobladores han plantado maíz y trigo. En la zona también se observan parcelas de durazno de al menos veinte variedades nativas.

Zacarías Reyes Andrade recuerda que, hace décadas, la producción alcanzaba para el consumo local y para la comercialización de la fruta en la ciudad. No son variedades de granja y resisten mejor las enfermedades.

Los comunarios quieren fortalecer la producción agropecuaria pero demandan apoyo de las autoridades para instalar sistemas de riego.

Por ahora gozan del cauce del río la mayor parte del año. Además, se benefician de una represa que construyeron con sus recursos.

El dirigente Freddy Beltrán Peralta también proyecta la construcción de criaderos de trucha para potenciar la economía del lugar.

Lo importante es reactivar el poblado que el siglo pasado también abastecía de harina a los municipios cercanos, dicen Reyes y Peralta.

MOLINO Como símbolo de la pujanza de antaño, sigue de pie el molino del pueblo que funciona con la fuerza del agua del río hace más de 100 años. Se ha convertido en un importante atractivo turístico.

Ahora solo es usado para el autoconsumo y cuando los comunarios quieren elaborar la tradicional chicha.

El molino funciona desde la época de los abuelos y, a pesar del tiempo transcurrido, conserva sus características originales. Es conservado como un tesoro por los pobladores. Hace poco cambiaron el techo del lugar e implementaron algunas piezas modernas para mejorar el trabajo del sistema que opera a base de dos ruedas de piedra.

Para optimizar su funcionamiento decidieron construir una canal en la parte posterior con agua que llega del río Grande.

Años pasados los pobladores usaban toda el área para trillar el grano, debían esperar su turno para hacer moler su producción. Los carros salían cargados de harina o con cajas de fruta.

Los dirigentes conservan el entusiasmo de reactivar la producción agrícola. Pero demandan mejores condiciones para la permanencia de los lugareños en Villa Flor de Pucara.

Lamentan la postergación, pese a la vocación agraria del valle y al interés y esfuerzo de los pobladores que impulsan proyectos como el puente vial en reemplazo de dos troncos.

Proyectan una ruta turística por las ruinas incaicas

Villa Flor de Pucara guarda en sus entrañas la historia milenaria precolombina. En el lugar se encuentran ruinas de construcciones y restos de la cultura incaica enclavadas en un cañadón.

En el lugar se puede apreciar un mirador y varias murallas de piedra. También se advierten pedazos de jarras de cerámica, vasijas y adornos. Las piezas tienen características rústicas, colores y arreglos llamativos.

Sólo los lugareños conocen hasta lo más recóndito de las ruinas. Sin un diestro guía es dificil conocer la riqueza de la arquitectura milenaria.

Los comunarios esperan que el lugar sea parte de una ruta turística e incluso pueda ser declarada como patrimonio cultural.

Por ahora, el lugar se va deteriorando porque no hay ninguna tarea de conservación ni de las autoridades municipales ni departamentales.

La dejadez es tal que recientemente se registró un incendio en el lugar que acabó con la vegetación.

“Los vecinos conservan cantaritos, batanes y vasitos que se encontraban en las ruinas” cuentan los dirigentes. Llama la atención que muchas de las viviendas fueron construidas con las piedras de las ruinas.

RESPALDO Zacarías Reyes Andrade demanda apoyo urgente para rescatar la riqueza cultural, histórica y turística de la comunidad.

Los interesados en visitar las ruinas deben llegar al lugar con botines apropiados para escalar la rocosa topografía y llevar agua y alimento, pues en la zona no existe ningún comercio.

El alcalde Rubén Antonio Uriona compromete apoyo para mejorar las condiciones del valle, pero pide la confianza del poblado.


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